miércoles, 30 de noviembre de 2016

Aprendemos autocontrol

Según Daniel Goleman "La habilidad para hacer una pausa y no actuar por el primer impulso se ha vuelto un aprendizaje crucial en nuestros días." El desarrollo del autocontrol nos permite tanto dominar y controlar nuestras emociones cómo aprender a inhibirlas o exteriorizarlas en el momento adecuado. De lo que se trata es de poder experimentar y expresar adecuadamente nuestras emociones, ya sean negativas y/o positivas. Además, como se ha comentado anteriormente la gran ventaja del autocontrol es que no es algo que se tenga o no se tenga, si no que se trata de una habilidad y; por ello, todos podemos poner en práctica técnicas que nos permitan un adecuado desarrollo del mismo.

En el caso de niños y adolescentes, "controlar las emociones" es; si cabe, aún más complicado que en la etapa adulta, ya que quizás les cuesta más identificarlas, exteriorizarlas o incluso gestionarlas adecuadamente. Un aspecto importante para el adecuado desarrollo social y emocional de nuestros menores es dotarlos de herramientas que les permitan autocontrolarse en determinados momentos.

Por todo lo anterior, aquí os anexo una infografía que he elaborado y hace referencia a diferentes dinámicas o técnicas que se pueden emplear dentro del aula. El objetivo de las mismas es enseñar al alumno (en primer lugar mediante el aprendizaje guiado) a detectar situaciones percibidas como emocionalmente complejas y; posteriormente, a saber gestionarlas mediante un adecuado autocontrol. 


lunes, 28 de noviembre de 2016

¿Cómo me veo?

Un aspecto importante dentro del desarrollo de la Inteligencia Emocional es el "Autoconcepto"; es decir, la imagen que tenemos de nosotros mismos. Esta imagen está formada por un conjunto de opiniones, valoraciones y/o ideas acerca del propio yo. Según el modelo A-B-C de Beck, una (A) imagen y/o pensamiento; ya sea positivo o negativo,  nos llevará a (B) un sentimiento determinado y esto a su vez a (C) una manera específica de actuar ante diversas situaciones.

La formación del autoconcepto comienza en la etapa infantil y además, toma como núcleo principal de influencia los dos ámbitos más cercanos del niño/a durante su desarrollo: la familia y el colegio. Es por ello que; como profesionales del ámbito educativo, somos uno de los principales responsables en este proceso y debemos contribuir a una adecuada formación del autoconcepto en nuestros alumnos/as. 

Algunas pautas generales a seguir para ayudarles a formar una adecuada imagen sobre sí mismos son evitar la sobreprotección, los refuerzos negativos y las etiquetas. Debemos ayudarles a desarrollar la autonomía y que sean capaces de tomar sus propias decisiones. Además, es importante emplear refuerzos positivos ("¡pero que bien lo has hecho!, buen trabajo...") y transmitirles una imagen positiva basada en la confianza y en las expectativas de éxito. 

Por otro lado, existen una serie de dinámicas muy útiles y prácticas que nos ayudan a trabajar el autoconcepto con niños y adolescentes dentro del aula. A continuación os anexo un documento que incluye algunas de las que me han resultado más interesantes y divertidas, ya que dan cabida a la integración social y el desarrollo de la imaginación y la creatividad: "Trabajamos el autoconcepto."

lunes, 21 de noviembre de 2016

Educamos las emociones

Las emociones son diferentes estados del organismo que suelen activarse para dar respuesta a situaciones en las que detectamos algún peligro, amenaza o desequilibrio. Además, forman parte de nuestra vida diaria y nos proporcionan la energía necesaria para resolver problemas o realizar actividades que no hemos realizado previamente. Cada persona experimenta las emociones de un modo particular, dependiendo del aprendizaje, la situación y las experiencias que haya vivido anteriormente.

Existen emociones que responden a reacciones fisiológicas como son el miedo o la ira, por lo que derivan de la experiencia directa. Sin embargo, la mayoría de veces las emociones se aprenden por observación, y por lo tanto resulta más que evidente la necesidad de que padres y profesores actuemos como modelo ante nuestros menores.

Pero, ¿Cómo puede el docente educar las emociones dentro del aula?. En primer lugar, es importante saber que la educación emocional se llevará a cabo de distinto modo ya se trate de niños o de adolescentes. En el caso de los niños de edades más tempranas, las emociones se limitan a un repertorio básico como son la alegría, la tristeza, el miedo, el asco y la ira. Es por ello que el método de educación emocional en el aula puede incluir actividades como la gesticulación facial de las emociones en el espejo, el dibujo y coloreado y el uso de materiales y apoyos audiovisuales. Una buena opción en este último campo es la película “Inside Out” (Del revés), ya que permite la identificación y educación de las emociones propias en un formato sencillo, práctico y muy atractivo para los más pequeños.

Por otro lado, la adolescencia es una etapa con muchos y grandes cambios, ya que se experimenta la transición entre la infancia y la adultez. En este largo camino de cambios hormonales, físicos y emocionales las acciones del adolescente pueden ser inconscientes y esto hace que cambien repentinamente de estado emocional. Por ello, es importante disponer de recursos que nos ayuden a enseñarles la necesidad de una buena gestión emocional a estas edades. En el siguiente hipervínculo "El bazar de las emociones" os anexo una dinámica muy útil para trabajar la educación emocional en adolescentes y dentro del aula. Me resulta una muy buena opción, ya que añade el aprendizaje cooperativo y; como bien sabemos, la integración social a estas edades es clave.

sábado, 19 de noviembre de 2016

¿Qué es la "Inteligencia Emocional"?

La inteligencia emocional es una habilidad que se puede aprender y desarrollar. Este tipo de inteligencia nos ayuda a comprender e identificar el origen y las consecuencias de nuestras emociones. Además, un buen dominio emocional permite que conozcamos qué motiva nuestra conducta y cómo podemos controlar ciertos comportamientos.

Vivimos en un mundo cada vez más complicado. De nada sirve enseñar a nuestros alumnos a ser inteligentes exclusivamente a nivel intelectual. Debemos ir más allá e incluir aquella inteligencia que los hace capaces de conocer, de aprender y gestionar las propias emociones. Y no únicamente las propias, sino también las del resto de personas que les rodean. En definitiva, la educación debería perseguir el equilibrio entre lo intelectual y lo emocional y en mi opinión; como profesionales del ámbito educativo, debemos lograr el adecuado desarrollo cognitivo y afectivo de nuestros menores. La evaluación de la “IE” en el aula proporciona al docente una valiosa información, ya que permite conocer el desarrollo emocional de los alumnos. En esta línea, existen diversos métodos de evaluación como por ejemplo los instrumentos clásicos de medida (cuestionarios, informes…), la evaluación de observadores (en este caso los compañeros) y; por último, las medidas de habilidad o ejecución (que incluyen diversas tareas emocionales que los alumnos han de resolver). 

Para concluir con esta pequeña entrada introductoria, os anexo una sencilla herramienta de evaluación de la “IE” en el aula: el TMMS-24. Esta escala es aplicable a adolescentes e incluye las tres dimensiones claves de la IE: percepción, comprensión y regulación emocional: