La
inteligencia emocional es una habilidad que se puede aprender y desarrollar. Este
tipo de inteligencia nos ayuda a comprender e identificar el origen y las
consecuencias de nuestras emociones. Además, un buen dominio emocional permite
que conozcamos qué motiva nuestra conducta y cómo podemos controlar ciertos
comportamientos.
Vivimos en un mundo cada vez más complicado. De nada sirve
enseñar a nuestros alumnos a ser inteligentes exclusivamente a nivel
intelectual. Debemos ir más allá e incluir aquella inteligencia que los hace
capaces de conocer, de aprender y gestionar las propias emociones. Y no
únicamente las propias, sino también las del resto de personas que les rodean. En
definitiva, la educación debería perseguir el equilibrio entre lo intelectual y
lo emocional y en mi opinión; como profesionales del ámbito educativo, debemos lograr
el adecuado desarrollo cognitivo y afectivo de nuestros menores. La evaluación
de la “IE” en el aula proporciona al docente una valiosa información, ya que
permite conocer el desarrollo emocional de los alumnos. En esta línea, existen
diversos métodos de evaluación como por ejemplo los instrumentos clásicos de
medida (cuestionarios, informes…), la evaluación de observadores (en este caso los
compañeros) y; por último, las medidas de habilidad o ejecución (que incluyen diversas
tareas emocionales que los alumnos han de resolver).
Para concluir con esta pequeña entrada introductoria, os anexo una sencilla herramienta de evaluación de la “IE” en el aula: el TMMS-24. Esta escala es aplicable a adolescentes e incluye las tres dimensiones claves de la IE: percepción, comprensión y regulación emocional:
Para concluir con esta pequeña entrada introductoria, os anexo una sencilla herramienta de evaluación de la “IE” en el aula: el TMMS-24. Esta escala es aplicable a adolescentes e incluye las tres dimensiones claves de la IE: percepción, comprensión y regulación emocional:
No hay comentarios:
Publicar un comentario